Nació Fabiana Sofía

Probablemente varios padres ya han pasado por una historia similar a la que vamos a relatar, y probablemente también, otros padres, pueden estar pasando por ello en este momento.

Si de alguna manera estas líneas ayudan a entender y ordenar los pensamientos de aquellos que reciben la noticia de que su futuro hijo o hija tiene Sindrome de Down, entonces podemos sentirnos satisfechos... Leer entrada completa

domingo, 21 de febrero de 2010

Terapia de lenguaje


Fabi inició las terapias de lenguaje, aproximadamente, a los seis meses. Esto lo hizo en el Omaped del distrito de Surco, pesar que en el INR aún no le habían programado ninguna sesión. Al inicio nos pareció algo prematuro el iniciar esas terapias, sin embargo era un especialista quien recomendó hacerlo. Al final la decisión fue bastante acertada.

Uno espera, cuando no tiene las cosas muy claras, que en una terapia de lenguaje hagan hablar al niño, sin embargo, la realidad que vivimos fue que, lo que Fabi hacía era, aprender a entender.

Esta etapa es fundamental, y es importantísimo que los padres sigan en casa los ejercicios y juegos que nos enseñan en las sesiones, ya que es la cotidianidad la que hace que un niño aprenda y absorba la información.

Ejercicios tan sencillos como, oír grabaciones de sonidos del ambiente, de los que se pueden conseguir fácilmente en Internet, y luego repetirlos, como por ejemplo, shhhhhhhhhhshshshhh –“agua”–, ayudará al niño a identificar muchas cosas que serán cotidianas más adelante, aunque esté aún muy lejana la probabilidad que las pueda pronuniar.

Ahora, Fabiana, dice algunas palabras, no son muchas, pero con ellas se hace entender muy bien. Puede decir, cuando tiene hambre, un muy nítido –“teta, teta, teta”–, también, saluda a las personas, cosas y juguetes con un –“hola”– y, a veces –“hola, hola”–, si realmente le caes bien. Sin embargo, le ha a dado significado a algunos sonidos, que nada tienen que ver con lo que representan, por ejemplo, el adiós es para ella, un alarido de despedida mientras agita sus manos, o cuando llama a su prima, Audry, lo hace con un “ah, ah, ah” casi salido de su diafragma. Claro, ya de por si Audry suena como espasmo, pero, a esa edad, es difícil diferenciarlo.

Algo que las terapias de lenguaje nos han enseñado como padres, es que debemos tener paciencia para hacer entender las cosas. La gorda, a su año y medio, ya puede identificar varias partes de su cuerpo, aunque no las pueda pronunciar, reconoce sus manos, su nariz y la de otros, la boca y ojos. No puedo dejar de mencionar que, sin mucho esfuerzo, a los siete meses ya reconocía su barriga, y de manera muy natural, al decirle la palabra “panza” de inmediato se buscaba el ombligo. Al final, el poder sacarse las pelusitas del ombligo, por si sola y antes de cumplir un año, es una especie de don.